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lunes, 26 de julio de 2010

EL PUEBLO LA LLAMABA EVITA


“Si Dios lo llevase del mundo a Perón antes que a mí yo me iría con él, porque no sería capaz de sobrevivir sin él, pero mi corazón se quedaría con mis descamisados, con mis mujeres, con mis obreros, con mis ancianos, con mis niños para ayudarlos a vivir con el cariño de mi amor: para ayudarlos a luchar con el fuego de mi fanatismo; y para ayudarlos a sufrir con un poco de mis propios dolores. Porque he sufrido mucho; pero mi dolor valía la felicidad de mi pueblo... y yo no quise negarme -yo no quiero negarme- yo acepto sufrir hasta el último día de mi vida si eso sirve para restañar alguna herida o enjugar alguna lágrima” Mi voluntad suprema, 1952, Eva Perón.
Fue un sábado el día 26 de julio de 1952 cuando murió Eva. Era la compañera de Perón, mujer de pueblo, joven y bella. Desde su primer aparición política ofreció algo nuevo y conmovedor, y también impetuoso y apasionado. Los enemigos del cambio se resistían a la seducción de su sola presencia; el pueblo encarnaba en ella sus mejores sueños.
Los indiferentes creían que pronto se cansaría, porque su ritmo de trabajo era intenso. Pero esta mujer cada día asumía más responsabilidades, atendía a mayores sectores de la población, proyectaba nuevas creaciones, y llego así, en forma perseverante, a convertirse en un ídolo de las masas obreras, de las mujeres y los niños de todo el país.
Eva Perón viajaba por todo el territorio argentino, y derramaba simpatía y auxilio; organizó una Fundación sobre bases novedosas, atendió en la Secretaría de Trabajo y Previsión a los que más necesidades tenían; fundo hospitales, escuelas y hogares, proveedurías para la gente humilde y un gran partido femenino cuya pujanza se advirtió de inmediato en las elecciones generales.
El pueblo la llamaba Evita, la compañera Evita. Ella era combativa y de una fortaleza arrebatadora y el pueblo la hizo suya. Con Eva Duarte desaparece una mujer extraordinaria que mantuvo, durante siete años junto a Perón, el entusiasmo popular por los principios del Justicialismo, con su generosa y persistente labor, sin descanso.
El 26 de julio de 1952 desapareció un símbolo de la mujer argentina; perdió el pueblo a quien mejor lo comprendía y amaba, y el país sufrió ese sábado uno de sus más grandes dolores.
Recordemos hoy la figura de Eva Perón, Evita es de todos los argentinos y argentinas. Recordémosla con orgullo y emoción; su entrega fue total, hasta los últimos días de su corta pero luminosa vida.

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