Los economistas tienen una única palabra para señalar aquello que la gente compra en los supermercados, las casas de electrodomésticos, la ferretería, los locales de ropa y hasta en la feria de la esquina. Todo ese gasto, sea privado o estatal, se reduce a la expresión “consumo” y éste explica, a su vez, el 65% del Producto Bruto de la Argentina.
Durante el primer semestre, el consumo se expandió al ritmo de una venta incesante de lo que hubiera, desde leche en sachet hasta televisores con pantalla de plasma. Así, las estimaciones más atenuadas (las que se hacen tras descontar la inflación) arrojaron entre enero y junio un crecimiento del consumo de 11% a 12% en comparación al mismo semestre del año anterior.
Para esta última parte del año ya hay pronósticos en firme de que el consumo se verá atenuado a cifras de un dígito . Al menos dos razones explican esa proyección. Una es puramente estadística: el segundo semestre de 2009 fue más vigoroso que el primero (plena crisis financiera internacional) de modo que la comparación año/año del período que arranca en julio es contra un piso más alto.
Pero el eje que viene asociado al consumo, que es la inflación, comienza a perfilarse más como un inconveniente que como un estímulo, al menos para algunos economistas. “Los gastos registrados en el primer semestre en rubros como electrodomésticos y vacaciones de invierno, combinados con la inflación, están impactando en el segundo semestre”, dijo Jorge Todesca, ex-viceministro de Economía de Duhalde.
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